En ocasiones puede suceder el fenómeno conocido como el “Veranillo de San Miguel” pero lo normal durante este mes es percibir como los días se acortan a la vez que las temperaturas bajan ostensiblemente. La nota meteorológica de este mes son las latitudes, pues son frecuentes los aguaceros y las rachas fuertes de viento que empujan a nuevos frentes aguaceros. Las plantas mediterráneas aprovechan esta época de bonanza, muchos árboles su maduración y ofrecen jugosos llenos de azucares. Aparecen setas de mil colores, los pastos reverdecen y los musgos esponjan las praderas y piedras. Muchas aves se marcharon pero muchas llegaron hasta nosotros. Después de varios días de persistentes lluvias, el sol ilumina la limpia atmósfera otoñal, en los campos empapados de las dehesas se levantan profundos surcos que siguen un cortejo de garcillas, urracas, lavanderas blancas y estorninos. La abundancia de recursos de este mes es aprovechado por todos los habitantes del bosque. El lirón no perderá ocasión y recolectará todo tipo de frutos. En las frescas tardes una multitud de anfibios se afanan en devorar los últimos insectos de la temporada y los caracoles y babosas que se encuentran en los caminos. Zorzales comunes y alirrojos, petirrojos, bisbitas comunes, lavanderas blancas, reyezuelos, agateadores, currucas… llegan hasta las templadas latitudes y se dispersan llenando de vida y movimiento los grisáceos campos otoñales.
Ya queda poco para terminr el año.
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