En los últimos 850 metros antes de llegar a la cima del Everest (8848 m.), el organismo dispone de una cantidad de oxigeno tan baja en el ambiente que es muy difícil para el alpinista respirar correctamente. A esas alturas, la mayoría de los alpinistas manifiestan confusión mental y pérdida de coordinación motriz y de conocimiento, lo cual lleva por norma general a un edema cerebral, es decir, a la ruptura de los vasos sanguíneos del cerebro dado la excesiva altura. La dificultad por tomar decisiones rápidas debido a la falta de oxigeno, unido a las bajísimas temperaturas hacen de esta zona el punto más peligroso del Everest.
De ahí a que se le llamen a los últimos 850 metros "la zona de la muerte", porque además de darse lo síntomas anteriores, es la frontera donde la mayoría de los alpinistas han fallecido al intentar conquistar la cima (212 desde 1921 hasta la fecha). Sólo 154 personas han conseguido alcanzar la cima sin necesidad de máscaras de oxígeno para paliar los efectos de la falta de oxígeno.
De ahí a que se le llamen a los últimos 850 metros "la zona de la muerte", porque además de darse lo síntomas anteriores, es la frontera donde la mayoría de los alpinistas han fallecido al intentar conquistar la cima (212 desde 1921 hasta la fecha). Sólo 154 personas han conseguido alcanzar la cima sin necesidad de máscaras de oxígeno para paliar los efectos de la falta de oxígeno.
Fuente; Sabiask
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