Paraje natural donde los hubiera, con una belleza abundante
en vegetación, paisaje, hortalizas, moreras, arroz, uva y fruteros. A pesar de
que han pasado más de 200 años, la mano del hombre se ha dejado notar, pero aún
así pervive la belleza. La naturaleza a consentido y ha mimado el mutuo amor,
el idilio que gozan la montaña y el mar. La luna es testigo cada noche de este
viejo romance y les da rienda suelta a su más intensa pasión. El mar
mediterráneo nos ha premiado a todos durante miles de años con un espectacular
panorama paisajístico divisado desde cualquier rincón de la Safor. Se extiende sobre
esta tierra unos 30 km cubiertos por un extenso manto dorado de fina arena
pulida con el paso del tiempo, coronada en algunos puntos por un cordón de
dunas. Buen ejemplo de ello son las magníficas playas de Oliva, donde podemos
descubrir 10 km de longitud bordeados por un cordón de duna natural protegido
por la ley de Costas. Podemos apreciar la naturaleza en estado puro y virgen.
Reposar en esas arenas mientras anoche viendo como el mar se convierte en el
espejo de la luna, tantas veces nos ha inspirado a tantos humildes escritores
este grandioso espectáculo. A la mañana podemos aguardar a ver los primeros
rayos de sol despuntar desde la línea que marca el infinito. Un Sol que poco a poco nos dejará ver la
infinita bellaza por un día más.
q bonito
ResponderEliminares una belleza, un paraje natural.
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