Encajada entre el luminoso litoral del Mar Mediterráneo y las altivas y oscuras estribaciones de las cordilleras béticas, se dispone ante nosotros una orla irregular de llanuras costeras, sobre las que se instalan las estepas más termófilas de la península ibérica. La complejidad de la que hace gala la geología de esta región nos aconseja ser prudentes y limitarnos a indicar que dichas planicies representan los derrubios de los procesos de erosión que han sido muy intensos. Lo más característico de esta región es la acusada aridez, que la convierte en la porción más seca de todo el continente europeo, puesto que el conjunto de sierras y macizos se interponen en el paso de las borrascas y los vientos húmedos que provienen del oeste dejando una tierra desprovista de vegetación. Las temperaturas tienen una reducida oscilación a lo largo del ciclo anual. Una descripción acertada de esta comarca sería esta “suelo rocoso, duro, de color pardo, rojo o gris azulado, tan solo salpicado por plantas de estepa, de color confuso generalmente de pobre desarrollo, o blancas llanuras de yeso de forma ondulada, relajadas en cruz bajo ardientes rayos de sol, y amarillos campos de arena, cuyas finas y cálidas areniscas voladoras son despedidas por el viento en nubes vertiginosas sobre la desnuda y polvorienta región” una imagen muy singular que no debemos dejar de percibir con nuestros cinco sentidos.
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