Seguramente mayo constituye el mes primaveral por excelencia. Las temperaturas suben paulatinamente provocando incluso la aparición de las primeras tormentas, resultando en ocasiones bastante devastadoras. La duración de los días se ve aumentada notablemente y con las abundantes lluvias las laderas se cubren de matorrales. La floración se encuentra en su momento más álgido, todo tipo de árboles y arbustos se adornan con flores de infinitos colores y variable vistosidad. La floración más llamativa puede ser la de la Jara, pringosa que se cubre de enormes y delicadas flores blancas o rosas dando un aspecto a nuestra serranía impresionante. Lo que respecta a la fauna, mayo es un mes de mucho ajetreo, pues muchas de las especies aún se encuentran en su estado de reproducción. Entre los sonidos más característicos de las mañanas primaverales hemos de resaltar una estrofa aflautada que surge del fondo de los sotos, se trata de la oropéndola, un animal tímido que no acostumbre a dejarse ver. Durante mayo algunas de las aves rapaces que iniciaron su ciclo reproductor se encuentran a punto de consumarlo, dos de nuestros jóvenes aves rapaces ya han nacido y en breve sentirán la necesidad inminente de abandonar el nido. Los jóvenes águilas intensifican sus ejercicios de vuelo. A medida que mayo avanza se consolida la primavera en las charcas de las dehesas el nivel del agua desciende dejándonos ver los sapos comunes tras abandonar los lugares donde fueron depositados por su progenitores, muchos de ellos se verán condenados a ser alimento de los galápagos.
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