5 oct 2012
El Desierto de Tabernas
Existe gracias a la disposición de unas sierras, de los Filabres al norte y de Alhamilla al sur, que lo aislan de la influencia de los vientos marinos de levante. El terreno blando, la falta de vegetación, el carácter torrencial de las escasas lluvias y la carencia absoluta de cursos superficiales de agua caracterizan su peculiar paisaje quebrado. Abundan los barrancos, las zanjas, los montículos aislados de poca altura y las ramblas, como las de Verdelecho, Tabernas y Cañada de Orlegas.
Las altas temperaturas y la falta de lluvias condicionan la escasa y original vegetación herbácea y arbustiva a ras de suelo. Sobre las ramblas se observan estepas de gramíneas, principalmente las doradas espigas de cebada silvestre y linomio, una especie de largos tallos actualmente en extinción. También existen algunos ejemplares dispersos de adelfas, taray, carrizos y eneas.
El desierto de Tabernas es uno de los pocos lugares donde se encuentran las dos especies de erizos españoles. En las ramblas abundan los anfibios, como la rana y el sapo común; los reptiles, como el lagarto ocelado y la culebra de escalera, cuyo nombre deriva de las dos líneas longitudinales que la atraviesan; y los mamíferos, como el zorro, el conejo y el lirón careto. Las aves esteparias están representadas, entre otras, por la grajilla, el roquero solitario y el alcaraván, inconfundible por sus grandes ojos amarillos.
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