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8 ene 2013

PARQUE NACIONAL DE GARAJONAY.


La Gomera es la única isla de Canarias que no hubo erupciones en el Cuaternario, así que, al contrario del resto, no se ven campos de lava ni conos volcánicos. Surcada por profundos barrancos, en su parte central acoge la mejor manifestación de laurisilva canaria que en Terciario ocupaba buena parte de la cuenca mediterránea. Casi permanentemente envuelto en nieblas, Garajonay es un bosque siempre verde que mantiene una humedad relativa entre el 75 y el 90 por ciento. Desde los Roques, en la entrada suroriental del Parque Nacional, se puede ver como entra el mar de nubes traído por los vientos alisios que aportan la vital precipitación horizontal. Sin la laurisilva, La Gomera sería un desierto ya que proporciona a la isla el agua de la que dispone. Los usos comunales que los habitantes de la isla dieron a su bosque han favorecido a la conservación de este espacio. Pero este aprovechamiento integral de la isla no ha impedido que en Garajonay se conserven zonas auténticamente vírgenes. La superficie del Parque 3.984 hectáreas, es bastante importante ya que ocupa el 10 por ciento del total de La Gomera. Su altitud general está comprendida entre los 800 metros en su borde inferior y los 1.487 metros del Alto de Garajonay.

La fauna vertebrada, al contrario que la flora, no es muy abundante en el Parque. Sólo se encuentra una especie de anfibio, la ranita meridional. Hay dos especies de reptiles, ambos endémicos de La Gomera: el lagarto gomero y el eslizó dorado. El búho chico es la única rapaz nocturna de Garajonay y la aguililla, nombre familiar del águila ratonera común, es el ave más grande que surca sus cielos. Abundan el gavilán y el cernícalo. Las paseriformes son las aves más abundantes del Parque y las más fáciles de observar. En cuanto a los mamíferos, aquí viven tres especies diferentes de murciélagos, una de ellas endemismo macaronésico. Los únicos superpredadores son los gatos asilvestrados que controlan la población de rata negra y ratón casero, especies introducidas en el Parque al igual que el conejo. Los insectos son los más numerosos y en los que aparece un mayor número de endemismos. Entre ellos cabe destacar el saltamontes, Acrostira bellamyi, de unos 8 cm. de longitud la hembra y unos 3 el macho. Es endémico de la isla y difícil de observar pues su coloración le camufla entre las ramas.

Un posible riesgo de Garajonay son las arañas con las que podemos toparnos ocasionalmente. Aunque escasa, hay viuda negra. Curiosamente, la hembra, a diferencia de las viudas negras de otros lugares, es totalmente negra, careciendo de las trece manchas rojas en el abdomen. Raramente mortal, su picadura es muy peligrosa y puede dejar secuelas permanentes. Otra araña muy impresionante y bastante más abundante, sobre todo en el sur del Parque, es Eresus crassitibialis cuya picadura es muy dolorosa aunque no presenta mayor riesgo. Es endémica de La Gomera y, por el momento, se han encontrado abundantes hembras pero un solo macho. Hasta ahora se han encontrado unas 60 especies distintas de arácnidos en el Parque, 15 de ellas endémicas de La Gomera.
La variedad de la flora es impresionante y su distribución en el Parque es muy clara. Prácticamente toda la superficie pertenece al dominio natural de la laurisilva y el fayal-brezal. En las laderas bajas y pedregosas se establecen el mocán y el peralillo; y, en los valles del norte, el viñatico y el til. Según se asciende, estas especies van siendo sustituidas por otras menos exigentes como el acevilo, brezo, faya, laurel y, a veces, palo blanco. En los lugares de paso de nieblas encontramos brezales arborescentes cubiertos de musgos y líquenes cuyos troncos retorcidos ofrece uno de los más fascinantes espectáculos de los bosques canarios. En la vertiente sur, más seca, se encuentra la formación de fayal-brezal. En formaciones de laurisilva, el suelo está tapizado de enormes helechos. Bejeques , aeonium y tajinastes son frecuentes en escarpes rocosos no boscosos. Nieblas persistentes cubren el Parque Nacional.

Las nubes, al ser arrastradas por el viento, van depositando en los árboles gotitas de agua. Esta "lluvia" es llamada precipitación horizontal. Las hojas lauriformes de los árboles que componen el bosque de laurisilva están especialmente diseñadas para cumplir eficazmente este cometido. y dejar caer hasta el suelo el agua condensada en ellas.

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