"Cuando
los hombres escupen a la tierra, se está, escupiendo a sí mismos."
Respetar
la Naturaleza no significa tan solo respetar el entorno en el que vivimos,
conservar un paisaje de especial belleza o salvar de la extinción a las
ballenas o los elefantes. A la larga, el respeto por la naturaleza nos lleva a
cambiar nuestra forma de vivir y nuestra actitud respecto del mundo y de
nosotros mismos.
Durante
los últimos siglos (sobre todo desde el siglo XVII, con la Revolución Científica
de Galileo, Descartes y Newton) los occidentales hemos pensado que la naturaleza
es algo sin vida y por tanto, no merece ninguna consideración especial (por
ejemplo, a partir de Descartes la ciencia supuso que los animales eran simples máquinas
y que sus gritos no eran una expresión de sufrimiento sino el simple ruido de
un mecanismo mal ajustado). Así pues, nos hemos acostumbrado a ver la
naturaleza como algo que estaba totalmente a nuestra disposición: un almacén
del cuál extraer materias primas y un vertedero ilimitado donde alojar nuestros
residuos. Pero desde hace unas décadas, una serie de acontecimientos que se han
dado en llamar “crisis ecológica” nos han demostrado que no podemos
mantener por más tiempo esta actitud.
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